El Washington Post hizo un experimento: El 12 de enero pasado, el eximio violinista Joshua Bell se puso a tocar su stradivarius ‘Gibson ex Huberman’ en la estación L’Enfant del Subte (Metro) de Washington. Lo hizo como un músico callejero más, sin publicidad previa. Practicamente nadie se paro a escucharlo durante los 43 minutos que duró su actuación.
Son interesantes las preguntas que se hace Gene Weingarten en su nota, aquí mi traducción libre:
Cuando te encuentras con un músico callejero, que haces? ¿Te paras y escuchas? ¿Te apresuras con una mezcla de culpabilidad y de irritación, conciente de tu avaricia pero molesto por la inesperada demanda en tu tiempo y tu billetera? ¿Lanzas unos centavos, apenas cortés? ¿Tu decisión cambia si él es realmente malo? ¿Y si fuera realmente bueno? ¿Tienes tiempo para la belleza? ¿No debes? ¿Cuáles son los cálculos morales del momento?
Cómo no me gusta reescribir las notas que hicieron otros mucho mejor los dejo seguir leyendo -en español- sobre el tema en el excelente Blog Fogonazos.
[Nota Original. No se pierdan los videos.]
Actualización:
Ante la pregunta que hacía SpongeBob sobre que pasaría si el músico fuera una estrella del Rock&Pop, podemos leer, nuevamente en Fogonazos, lo que pasó con Bruce Springsteen en las calles de Copenhage.